Me encanta bucear en biografías ajenas (uy, qué feo esto de “bucear”, es
como de periodista con laca en el pelo, como de chico de pueblo recién salido
de la facultad). Me encanta, decía, descubrir biografías. De gente conocida y
desconocida. Al final todos tienen algo que contar. Siempre. Cada vida guarda curvas
cerradas donde parece que nos podemos matar. Qué emocionante la vida. Y qué chula
la de los demás.
Antes de verano empecé a entrevistar a Ana Magab, justo antes de que cumpliera los 29 años.
No sale por televisión. No tiene nada publicado más allá de sus redes
sociales. Sin embargo, toda ella es tan fascinante como el color iridiscente de
sus ojos al mirar el futuro.
A lo largo de junio, julio y agosto me ha ido contando su experiencia y su vida por whatsapp. Este
es el resultado:
¿Quién eres tú?
Soy Ana, licenciada en Publicidad y RRPP,
pero aprobé los exámenes para jefa de sector en Metro y aquí estoy. Tuve a mi
primer hijo con 18 años y eso me cambió totalmente la vida.
Eres madrileña ¿verdad?
Soy de Madrid de toda la vida, sí, tanto
que he salido de aquí en muy pocas ocasiones. Últimamente me planteo hacer por
lo menos un viaje al año fuera de España, con mis tres, para abrirnos mundo y
darles(me) una visión más amplia de la sociedad y la cultura. Pero de momento
con llegar a fin de mes nos vale.
Además nací en el barrio en el que vivo
ahora, cuando me independicé me fui, no tenía ningún amor por este barrio y su
gente, pero al separarme tuve que volver porque me resultaba imposible pensar
en otra opción teniendo una bebé que no llegaba a los 3 meses, y nos instalamos
con mi madre, mi padre y mi hermana. Dije que era algo temporal y hasta ahora,
que han pasado cuatro años, no he tenido opciones de ReIndependizarme (si
existe esa palabra). De hecho guardo una caja sin abrir de mi anterior
salón.
Cosas de la vida, he redescubierto mi
barrio y ahora me gusta estar aquí
Yo la primera imagen que tengo de ti, es estar sentada en La Mala Mujer con
una niña en brazos…
Nos conocimos por ZAS, pero físicamente la
primera vez fue ese día en La Mala Mujer. Me acuerdo que fui con Luna que
tendría un año y algo, y no paraba de dar vueltas por todas partes. De repente
me di cuenta de que tenía el pañal sucio, por ser fina, un pañal de tela
además, y yo me había dejado en casa pañales y toallitas. Todavía no os conocía
mucho y me dio apuro, así que me fui tan rápido que dejé a deber una...voy a
decir coca cola... a alguien, creo que la pagó Karolina. Y así va mi
trayectoria en ZAS, que estoy cuando puedo y fugaz.
Te me has adelantado mucho. Porque te iba a preguntar ahora como fue tu
infancia, si tuviste cierta "intuición feminista" o si te interesaban
esos temas...
Ahora en el trabajo lo tengo más fácil,
mientras no pase nada... así me enrollo yo sola 😂 Siempre he dicho que
voy a escribir un libro así que no me cuesta contar jajaja…
Mi
infancia fue muy tranquila, familia tradicional donde jamás vi un mal gesto de
mi padre a mi madre o viceversa. Soy la mediana de tres hermanas y es verdad
que me he sentido la diferente y la que no encaja, pero lo llevaba bien,
simplemente creo que es que siempre me he cuestionado todo y luego creía
fielmente en "mi verdad". Lo que para mí era obvio, para otra persona
no, y me costaba entenderlo. El feminismo ni me lo planteaba, de pequeña me
encantaba inventar historias raras con muñecas y construir con Lego. Yo era el
príncipe en lugar de la princesa y nadie lo veía raro. Me gustaba ir corriendo
a todas partes y lo máximo que recibía era un grito de mi hermana porque por
poco cruzo sin mirar y venía un coche. No sentía presión por tener que
comportarme "como una niña". Y eso que iba a un colegio de monjas. O
lo mismo es que me daba igual, o que hay cosas que interiorizas y ni te das
cuenta. Esto último seguro, la sociedad es la que es. Recuerdo que tenía
clarísimo que no iba a parir jamás, que eso dolía y yo como mucho quería
adoptar, es más, recuerdo preguntar si una mujer sola, sin pareja, podía
adoptar. Ya ves, igualito que lo que he hecho después.
Sin embargo, en la adolescencia empecé a
ver las relaciones de poder, como ellos manejaban el cotarro y nosotras
teníamos que sonreír y estar muy monas... me enamoré de uno de estos chulitos
machitos y caí hasta el fondo. Pasé de haberme cuestionado siempre todo para
hacer lo que me diera la gana y sentirme totalmente libre, a quedar como en
letargo y despertar poco a poco al tener a mi segunda hija.
Y ahí es cuando tuviste a tu primer hijo ¿no?
A Alejando le tuve con 18 años. Había tenido
otras cosas con chicos pero nada muy serio. De hecho, al que después sería el
padre de mis hijas le conocí mucho antes y tuvimos algo. Lo que pasa es que yo,
muy dada por aquel entonces a desaparecer de los sitios, dejé de saber de él.
Luego nos reencontramos cuando Alejandro tenía casi un año y medio.
Para mi fue difícil aceptar que estaba
embarazada, no dije la frase "estoy embarazada" en todo el embarazo,
no era capaz. Mi vida hasta entonces consistía en estar por las calles de mi
barrio todo el tiempo que no fuera dormir, ir a clase o trabajar. Por suerte he
tenido facilidad con los estudios y fui aprobando, aprobé selectividad y empecé
la licenciatura. Pero desde luego no fue por el esfuerzo de estudiar todas las
tardes. Cuando me enteré del embarazo acababa de empezar primero de carrera,
así que me dije a mi misma "si terminas este curso con todo aprobado,
sigues (eran 5 años), si te queda alguna, te pones a trabajar que no estamos
para perder el tiempo". Mi hijo nació en mayo, fui a los exámenes de junio
con el niño y el padre esperándome fuera, y misteriosamente aprobé todo. Así
que seguí.
Y ¿Cómo continuase con un hijo, una carrera y una pareja? Es decir... ¿Cómo
te organizabas? ¿Y tu pareja?
¿Qué fue lo más difícil de esa época?
Para el siguiente curso cambié el turno en
la universidad, en lugar de ir por la mañana iba por la tarde, y así cuidaba al
niño por la mañana y mi madre por la tarde. Ahí perdí contacto con unas amigas
que había hecho el primer curso, y perdí bastante de la vida universitaria.
Decir también que si aprobé primero fue gracias a estas amigas y sus apuntes
los días que yo no fui. Siempre estaré agradecida.
La relación (o lo que fuera que tuviese)
con el padre del niño no era buena. Él no se encargaba el tiempo que yo no
estaba, yo vivía con mi familia y como mucho venía a verle alguna vez. Recuerdo
esa época bastante desagradable, hasta que llegó el día que tuve que decir
"basta" y alejarme de él. El niño tenía 10 meses. Fue un proceso
largo que acabó el día que decidí denunciar. No sirvió de nada más que para que
se dieran cuenta tanto él como su familia de que su comportamiento tenía que
parar. Y paró.
El día de la vista me preguntó el juez que
si le había denunciado para que no se fuera el niño el fin de semana. Nos había
amenazado de muerte a ambos.
Mi abogado me dijo que si yo lloraba todo
el rato no me iban a creer. Luego pretenden que confíe en la justicia. Tuve
suerte que paró y no acabamos en los periódicos.
Desde luego lo más difícil no fue ser
madre ni compaginar bebé/carrera/trabajos esporádicos. Lo más difícil fue
lidiar con mi ex. Gracias a mi familia me organizaba bastante bien, el niño
estaba siempre con alguna de nosotras, y en época de exámenes estudiaba por las
noches. Creo que de ahí ha salido mi hijo el que no duerme jaja
Entiendo que había motivo para la denuncia... Aunque no me queda muy claro
cuál... Y tampoco entiendo muy bien lo de tu abogado
Motivos había muchos, el día que la puse,
fue porque ya no podía más. Me acosaba y me amenazaba de constante. Ya durante
la relación había sido horrible, pero no me apetece remover. El caso es que la
justicia me dejó claro que lo que yo dijera no valía para nada, y que o vas con
un parte médico de lesiones que sean obvias que ha sido él, o siempre será tu
palabra contra la suya. No me sorprenden nada las sentencias que se oyen. Mi
abogado era de oficio y no me sentí apoyada para nada, ni por él ni en
comisaría. Fue un juicio rápido en el que desde el minuto uno sentí que si
había algún culpable de algo ese día, era yo. Así que no pude parar de llorar.
Tenía 19/20 años y estaba anulada como persona. Lo mismo me pilla ahora y es
otra historia.
Ahí empecé a ser consciente de que la
justicia no nos escucha y de que las leyes había que cambiarlas.
¿Tú le recomendarías a alguna chica en esa situación que denunciara?
Sí. No me creyeron, pero sirvió para que
me dejara tranquila. Y él tenía 5 años más que yo, no era ningún crío para no
saber lo que hacía. Realmente lo que recomendaría es denunciar cada vez que sea
necesario y no esperar, como me pasó a mí, a no poder más. La justicia debería
protegernos. Siempre el "va a cambiar" de fondo, nos hemos tragado
con las películas y los cuentos que hay que aguantar, que el amor lo puede
todo. Y no, la violencia no es justificable nunca, se lo digo mucho a mis
peques, creo que cualquier momento es bueno para que lo asimilen, no hay que
esperar a que crezcan.
Muy bien.
Es decir, qué mal que tú pasaras por ello y lo aprendieras así, pero al
final saliste de ahí. Hay muchas que no pueden, y claro, no es su culpa como
muchxs creen.
Mucha gente piensa o dice "a mí no me pasaría", pero claro que
nos pasa...
Vivimos en un sistema que nos adoctrina y premia a las mujeres "que
aguantan". La heroína es la modisita, la que se deja hacer... Es horrible.
Oye, y cuando puedas, cuéntame cómo volviste con el otro, con el padre de
tus niñas...
Volvimos a vernos por el antiguo
Messenger, una noche estábamos ambos en línea y empezamos a hablar, volvimos a
quedar y enseguida "éramos pareja". Fue muy rápido todo, ahora
analizo la situación y sé que habría hecho las cosas de otra manera.
¿Y lo del segundo y tercer embarazo? ¿Trabajabas? ¿De qué? ¿Te apetecía
tener más hijos? ... Y claro, imagino que tus amigos saldrían a lo loco
mientras tú tenías un hijo pequeñito...
Después de Alejandro yo decía que no iba a
tener más, o por lo menos no tan pronto, pero por circunstancias de la vida
vino Noa. Su padre tenía claro que quería ser padre, pero de repente al poco de
saber del embarazo decidió recoger sus cosas e irse de la casa donde vivíamos.
Ahí tenía que haber terminado todo pero volvimos, y cuando la niña tenía un
año, pensando en terminar la relación, descubro que estoy embarazada de
nuevo... no me lo esperaba, ni había vuelto a tener la regla normal...
Intenté que funcionara porque a pesar de
todo le quería (lo que no tenía era amor propio, porque en esa relación sufrí
mucho, tenía el amor romántico metido en las venas) pero no funcionó y cuando
la peque tenía casi tres meses me fui de esa casa y tuve que volver con mi
familia porque estaba en paro.
Durante todo ese tiempo, desde mis 16
años, tuve un montón de trabajos. Fui promotora, tuve contratos largos como
vendedora, fui acomodadora, una vez me llamaron para guardarropa...y también
hice prácticas de lo mío. He llegado a tener varios trabajos a la vez, niño y
universidad. Creo que me teletrasportaba.
Efectivamente al ser madre perdí contacto
con mucha gente porque a esa edad la gente quiere salir a lo loco, y un niño en
esos planes molesta. Me sentí muy sola, la verdad, encima tenía la autoestima
por los suelos, pero con el tiempo fui conociendo gente nueva y la realidad es
que me relaciono mejor con gente más mayor que yo, tengo más cosas en común.
¿Cómo fueron tus partos? Porque creo que a una niña la tuviste tú sola, ¿no?
Parir es una experiencia salvaje, y al menos a mí, me dio una dimensión
nueva de la vida... La atención al parto en España está cambiando, pero todavía
deja mucho que desear...
Ay sí, me encanta el tema partos.
Parir es una experiencia salvaje pero se
ha convertido en una intervención médica. El parto de mi mayor fue en el
hospital, es cierto que yo no había conectado nada con la idea del embarazo,
pero fue como un mero trámite. Había pasado el día viendo a mi prima que
acababa de parir, y cuando volví a mi barrio me quedé en un bar tomando algo
antes de subir a casa. La bebida "se me fue para el otro lado" y en
un ataque de tos empecé a notar que me salía líquido. Fui a casa y me tumbé,
pero San Google decía que había que ir al hospital. Llegué sin notar
contracciones, comprobaron que efectivamente estaba echando líquido, y me
ingresaron.
Les dije "Yo no noto nada, lo mismo
podría volver después", a lo que contestaron "ya lo notarás". Y
ahí me quedé, en una sala de dilatación a la que no podía entrar nadie, pero a
la que se colaba fugazmente mi madre a ratos para ver si necesitaba algo. En un
momento dado vinieron a ponerme un enema, y fue lo que peor recuerdo de la
noche. Te dicen que aguantes no sé cuanto tiempo a ir al baño, y tú estás con
contracciones que haces por parar por si acaso, lo que hace que sean más
dolorosas que si te dejas llevar, y aguantando los minutos estipulados, no vaya
a ser. Luego te pasan a parir, ahí te puede acompañar alguien, y "lo que
tocaba" era que entrara el padre, así que como él tenía que fumar mucho,
era como estar sola. Me pusieron la epidural al punto de que me estaba quedando
dormida, entró una chica y me dijo ¿qué haces aquí? ¿y sola?, "nada, que
estoy de parto y mi pareja está fuera con su madre fumando". Se fue a
avisar y al rato vino la matrona, creo que habían cambiado de turno. Ya entró
el padre, la matrona dijo que estaba en completa y en medio empujón salió el
niño volando, me lo lanzaron encima. Ahí estaba, desde el minuto uno con los
ojos como platos observando el mundo.
Por suerte, no sufrí episiotomía, ni me
hicieron la maniobra de Hamilton al llegar, ni la Kristeller, no sé si me
pondrían oxitocina, en litotomía si estaba, claro. La matrona me dijo que si
tenía otro fuera corriendo al hospital o lo tendría por el camino. Ya auguraba
algo de mi último parto.
Al verle ya conecté con él y con la idea
de ser madre. Seguramente las malas lenguas esperaban que repitiera una
historia común de madre joven que encasqueta el bebé a la abuela, pero yo tuve
claro que me tocaba centrarme en esa personita. Y ahí empecé a investigar y a
leer sobre maternidad, partos, crianza....
Con la segunda me desperté ya con
contracciones, sin fisura ni rotura de bolsa. Cabezona que es una, dije que
iría al hospital cuando tuviera al niño en el cole. Y así fue, esperé a la hora
que podía dejarle en desayunos, pasé personalmente por una panadería para que
tuviera algo especial para el recreo, le dejé en desayuno y me fui al coche con
mi ex que me llevó al hospital. Llegué sin dolores, iba leyendo un libro sobre
lactancia, pero el hospital me parece un lugar tan hostil que ante la pregunta
¿te vas a poner epidural?, solo pude decir que sí.
Por suerte, otra vez, mi cuerpo es rápido
y no da lugar a intervenciones de más. El problema es que, por las historias
que conozco, lo mío es por suerte, y no porque el hospital nos deje parir. De
hecho, habría sido posible que con la epidural se hubiera parado el proceso y
ahí empezar la cascada de intervenciones.
Con todo esto, me planté en mi tercer
embarazo y dije que por nada del mundo volvería a pisar un hospital para parir,
si no era por complicaciones, claro está. Yo quería sentir lo que es parir,
quería sentir las contracciones, al bebé descender, coronar, nacer... Las dos
experiencias anteriores habían sido meros trámites, mi parte mamífera me pedía
vivirlo, sentirlo. Además, no quería depender de mi suerte para evitar la
violencia obstétrica.
Eso sí, como el parto en casa no lo cubre
la seguridad social, hicimos un sorteo para conseguir financiar parte.
Había imaginado un parto en la piscina de
partos, una noche con una luna grande que se viera desde la cristalera de mi
salón. Había contratado una matrona y una doula, y una fotógrafa de partos. Una
noche, mi mediana decidió que por primera y única vez en su vida iba a dormir
con mi mayor en su habitación (dormía y duerme conmigo), no tenía ni dos años y
tomaba teta, pero aguantó toda la noche. Esa mañana me desperté pronto, fui al
baño y descubrí que estaba echando el tapón mucoso, pero eso no quiere decir
nada, puedes estar días expulsando. Se despertó mi hijo pronto también y me
pidió el desayuno. Yo empecé a notar contracciones más fuertes que me hacían
pararme un rato, fui anotando y eran irregulares. Desconecté el teléfono de
casa y desperté a mi ex para decirle que creía que me iba a poner de parto en
breve, que no quería avisar a nadie todavía y había desconectado el teléfono, y
que necesitaba ducharme.
Mi ex ahí estuvo más acertado que yo y
empezó a preparar la piscina de partos y llamó a la matrona y a la fotógrafa.
Yo estaba en la ducha tan tranquila pensando que quedaría tiempo y de repente
noté como el bebé descendía. Salí de la ducha y vino la niña a tomar teta, tomó
un poco y se fue. Noté una contracción y me dejé llevar, estaba pariendo. Llamé
a mi ex que dice que al entrar ya veía la cabeza de la niña, recuerdo decir
"no toques que me desgarras". No puedo dejar de pensar ni pariendo.
Un empujón más y ya estaba en mis brazos. Ahí descubrí su sexo y la pusimos
nombre. Me tumbé en la cama y esperé a la matrona para expulsar la placenta,
era lo único que me daba miedo, retener placenta y no enterarnos.

Con estas tres experiencias tan distintas,
desde luego si pariera de nuevo, lo haría en casa. Me dio una fuerza brutal,
conecté con mi naturaleza mamífera, me dio la sensación de que soy capaz, de
que soy válida. Y eso lo extrapolé a mi vida diaria. Me despertó del todo del
letargo en el que había estado.
¿Cómo fue el momento de regresar a casa de tus padres con 3 hijos pequeños?
Cuando decidí separarme definitivamente y
volver a casa de mis padres, estaba en pleno puerperio y con tres peques a
cuestas. Creé, por la noche, después de una discusión gorda con mi ex, un grupo
de WhatsApp con mis padres para decirles que al día siguiente, después de la
graduación de mi mayor, iba a irme allí a vivir. No les pregunté, pero es que
no podía recibir un No, estaba viviendo un infierno y era mi única salida.
También mandé un mensaje a dos personas para decir algo así como "me voy a
separar, si en algún momento te digo que vamos a volver, no me dejes, por
favor, recuérdame este mensaje". La gente fliparía porque pocas cosas
conté y he contado de lo que viví, en su momento lo tapaba y después he
preferido dejarlo atrás y no remover, me cuesta mucho pensar en ciertos
momentos, me obligo sin querer a revivirlos y no quiero. Fue una decisión muy
difícil de tomar, porque aunque en esa casa yo no era feliz, la idea de
"familia", no repetir lo mismo que había vivido con mi mayor, saber
que mi bebé se iba a tener que separar de mi demasiado pronto y estar con
alguien que me había tratado mal y que no se había hecho cargo jamás de la
crianza de ninguna, pensar en tener que cambiar a mi mayor de cole y de amigos,
saber que no iba a encontrar trabajo fácil y que no podía coger muchas horas
mientras tuviera una bebé tan pequeña, mis propios sentimientos hacia mi ex,
que nunca entenderé que fueran tan fuertes cuando me ha tratado tan mal, mis
hormonas revolucionadas... era un cóctel explosivo. No fui capaz de hacer una
mudanza en condiciones y dejé allí muchísimas cosas. En mi mente era algo
temporal, iba a encontrar un buen trabajo y me iba a mudar pronto. La realidad
fue que si quería que viviéramos en unas condiciones decentes, no me quedaba otra
que quedarme. No ha sido fácil, pero ha sido lo mejor para mí y mis tres.

Querría que me contaras cómo te has organizado hasta hoy, con los padres de
las criaturas, con tus padres, tu trabajo... Creo que el 90% de la gente
no puede siquiera hacerse a la idea de la dificultad de estar sola, con hijos
pequeños en una sociedad tan adultocéntrica, competitiva y misógina.
Y tú no solo estás educando genial a tus hijos, además cultivas cierta
conciencia social (perteneces a ese grupo activista tan majo que es ZAS) y te
has sacado unas oposiciones...
Yo cuando pasé los años más duros de crianza (con solo 2 niños y custodia
compartida) dormía 4 horas al día... ¿Cómo lo haces tú?
La organización la he podido hacer gracias
a mi familia. He intentado que también fuera con los padres de mis criaturas
pero no ha sido posible. Uno porque trabaja todo el día y el otro porque cree
que ocuparse en "mi tiempo" es hacerme un favor que no quiere
hacerme. También tengo la suerte de contar con personas a las que puedo
recurrir si no llego a la hora de recogida del cole, pero mucho más no se puede
pedir teniendo tres. Es más fácil pedir un favor si tienes que dejar a uno, que
si tienes que dejar a tres, así que, aunque sé que para situaciones puntuales
tendría cobertura, me organizo para no tener que recurrir a nadie que no sea mi
madre, mi padre o mis hermanas. Desde que la peque tenía 7 meses he estado
trabajando con horarios nada conciliadores. Trabajaba de vendedora pocas horas,
porque no conseguía que me subieran a más, y era una lucha decir que prefería
librar un jueves y no un miércoles que es cuando pasan la tarde con su padre, o
que la repartición de los domingos respetase uno sí, uno no, para no estar
librando el que no estaban y trabajando el que estaban conmigo. Cuando fui
consiguiendo eso de conciliar, aprobé los exámenes de mi actual trabajo y me
despedí. Ahora aquí tengo horarios poco conciliadores pero tengo muchos días
libres y puedo organizarlos para que todo encaje mejor. Si estoy de mañana es
mi madre la que lleva a las niñas y mi hermana al niño, y si estoy de noche, yo
me encargo de llevarlos y recogerlos y les dejo en casa con mi madre para que
cenen y se acuesten. De tarde procuro no estar.
Lo que tienen los horarios es que de
mañana entro a las 6, por lo que madrugo mucho, y de noche salgo a las 2 y me
levanto a las 7.30 para ir a los coles. Así que un poco zombie (mombie leí una
vez por ahí) paso las semanas.
Por lo demás, yo soy bastante caótica, así
que no me molesta el desorden o las cosas a medio hacer. Voy haciendo todo a mi
ritmo, reconozco que pasamos muy poco tiempo en casa como para tenerlo todo al
día.
Ana, cuéntame cómo estás ahora, qué piensas del feminismo, la maternidad,
las dificultades que crees que nos impiden medrar o tener vidas más plenas. Y
si te apetece tener pareja, (jajaja)
Ahora estoy en una etapa muy buena. Mucho
más relajada con todo, tomándome la vida con mucho más humor, y sin sentirme
culpable de lo que no está en mi mano cambiar. Intento ser un poco menos
intensa (jaja) y hacer eso de fluir que tanto dice mi madre, aunque mi cabeza
me lo pone muy complicado, no soy capaz de no pensar todas las opciones. El
feminismo es necesario, dicen que es que está de moda llamarse feminista, pues
fenomenal. Todo lo que haga que se empiecen a cuestionar cosas y que deje el
conformismo a un lado, es positivo, de ahí se empieza a luchar por nuestros
derechos, cada cual dentro de sus posibilidades y su nivel de compromiso. A mi
me cuesta mucho acudir a ciertos actos porque suelo tener a mis tres, pero
siempre que puedo intento salir a la calle y no quedarme en labor de difusión.
No llego, pero sé que en cuanto crezcan lo voy a tener más fácil. ZAS es un
grupo maravilloso donde aprendo un montón y donde me siento libre para
expresarme, somos muy distintas, pero hay muy buen rollo siempre.
Sobre la maternidad hay una lucha constante
entre parto en casa/parto en hospital, teta/biberón, colechar/no colechar,
porteo/carrito, cojo excedencia/me incorporo a los (míseros) 4 meses de la
baja, premios y castigos/límites... prácticamente todo es un enfrentamiento, y
no entiendo el motivo. Quitando a quienes dan azotes como si fueran educativos,
porque pegar es pegar, tenga la persona 1 año o 30, o cualquier tipo de
maltrato, el resto es decisión de cada familia y desde fuera no tenemos derecho
a intervenir si no nos lo piden, nos parezca mejor o peor. Además, no todo es
blanco o negro. Hay mucha evidencia científica, quien quiera puede leer sobre
lo que quiera hacer y decidir con criterio, también se puede hacer lo que te
salga de dentro sin necesitar un manual de instrucciones, aunque nuestras
opciones tendrán sesgos, seguro, porque vivimos en sociedad y todo se aprende,
para bien o para mal. Es un tema sobre el que he leído mucho, he compartido
mucho, he vivido mucho... y lo que saco en claro es que lo primero para cuidar
es cuidarnos a nosotras mismas, que no se puede seguir ningún método a
rajatabla y que se necesita tribu, un grupito de personas en el mismo momento
vital que tú con quienes compartir experiencias, con quienes desahogarte y
reírte a la vez, en quienes apoyarte.
Querer centrarse en la maternidad está muy
mal visto, nos quieren sumisas y produciendo. No quieren que disfrutemos de
nuestros embarazos y nuestros partos. Quieren controlar todos nuestros procesos
y que después nos incorporemos cuanto antes al trabajo. No se valora el trabajo
de maternar. Ya lo sabes, es más cansado que una jornada laboral normal, pero
merece la pena dedicarse a quienes van a ser las personas adultas en el futuro,
por algo se empieza cambiando la sociedad, y yo espero dejar tres seres humanos
un poquito mejor y más comprometidos.
Respecto a tener pareja... ni busco ni
estoy cerrada. Simplemente creo que no es el momento y no me preocupa.
Y qué harías si fueras presidenta de
España (una labor que creo que bordarías, por cierto)
Si fuera presidenta de España, lo primero
que haría sería dar facilidades para que ninguna mujer con algún hijo o hija,
tenga que verse en la tesitura de "Si me separo de quien me está amargado
la vida me quedo en la calle". ¿Cuántas relaciones con maltrato continúan
porque en nuestra labor, nada reconocida, de maternar, nos quedamos sin
ingresos y no tenemos dónde ir? Facilidades para esas mujeres ya. Recuerdo que
me dijeron que mientras no me separara y siguiera conviviendo, contaban con él
y no podían ayudarme en nada. Lo mismo tenía que haberme empadronado debajo de
un puente para poder después salir adelante. Por suerte yo tengo familia, otras
tienen dinero... ¿quiénes salen más perjudicadas? Quienes menos interesa para
conseguir votos.
Haría la justicia más humana, no sé cúal
es la solución, habrá quien diga que eso es volver al medievo, pero si solo se
interpretan las leyes tal cual, perdemos muchos matices que realmente lo que
hacen es hacer que la justicia no sea justa. Acabamos de ver el caso de Juana,
que a parte de ser un toque de atención para que las mujeres dejemos de
salirnos del tiesto, deja claro que la justicia, en teoría, bien aplicada,
puede tener penas más duras para quien protege que para quien maltrata.
Urgente también que se cambie la ley para
que quien maltrata a una madre, pierda todo el derecho sobre sus criaturas. En
esta sociedad tan adultocéntrica no se mira por el bienestar de los menores.
Está por encima el derecho del adulto a ser padre. El daño psicológico (y a
veces físico) que sufren esos menores es irreparable.
Cambiaría la educación para que fuese más
fácil adaptarse a cada niño y a cada niña, uniría grupos de edades, eliminaría
libros, se enseñaría a pensar, a razonar, a investigar, a cuestionarse
todo.
Ampliaría la baja por maternidad y
bonificaría a las empresas que ayuden a conciliar, especialmente a familias
monoparentales o monomarentales y, en familias separadas, al progenitor
custodio.
También crearía el permiso por enfermedad
de hijo o hija.
Ana, mil gracias. Todo el mundo debería conocerte, leerte, saber de ti.
Me has hecho pensar un montón de cosas que
no me había hecho pensar antes nadie, ni yo misma. Creo que España necesita mucho
cambio en política social. La prioridad tenemos que ser los y las ciudadanas, y
en concreto quienes están en situaciones más vulnerables.
¿No creen que Ana Magab debería montar un partido político y ganar la
presidencia? Gobernaría un país como nadie.
Espero que ustedes la hayan podido admirar como la admiro yo. Y también la
quiero un montón, por supuesto.
Lo dice Diana Aller