Vamos a ver,
(Qué bonito queda terminar la frase con una coma, como si fuera una carta a mi tío Manolo. Lo voy a hacer más a menudo). Una cosa es que se defienda un
posicionamiento lógico y no influido del consumo cultural y otra muy distinta,
adscribirse a corrientes filonazis en aras de una falsa aristocracia intelectual pidiendo (sí, pidiendo)
la politización de la cultura.
Esto está ocurriendo ahora mismo en un sector mínimo de la cultura española (tan mínimo que nos conocemos prácticamente todos los que opinamos del tema).
Les pongo en antecedentes. Con nombres y apellidos, sí. El periodista
Víctor Lenore (En la foto, disfrutando de un café en su taza de Winnie Pooh) sacó hace bien poco un libro "
Hipsters, indies y gafapastas. Crónica de una dominación mundial". (Hace unos días lo saqué
aquí y
aquí). El libro (muy recomendable) viene a defender que la cultura imperante es deliberadamente narcisista, acomodada, anglófona y excluyente. Dice que los
modelos culturales que se presentan como algo
"cool" dan la espalda a todo lo que huela a pobreza o posicionamiento político. Verdades como templos.También dice que hay que perseguir/intentar lo contrario (es decir posibilitar que afloren otras músicas, otros estilos diferentes a los de la "minoría guay que marca las tendencias", y significarse políticamente).
Como el libro se centra sobre todo en la industria y la crítica musical, el ínfimo sector que se dedica a ello hoy (recordemos que es la industria pionera en esto de la crisis financiera) se resintió. Esta fractura que no pasa de ser una ramita astillada, se ha ido quebrando en estas semanas. Cuando este polémico caldo estaba en plena efervescencia, llega
Diego Manrique, periodista musical, y se queja de la
invisibilidad de su voto en una lista de los mejores discos en la revista
Rockdelux. Por lo visto decía que había puesto en el número uno "
19 días y 500 noches" de
Joaquín Sabina, y este disco ni siquiera aparecía en la lista final. Sé que es una locura, y que al común de los lectores le sonará absurdo (y de verdad lo es) pero este hecho -en concreto un mensaje del periodista-
ha encendido una polémica que ya estaba planteada en la
miniescena underground musical española. En cualquier caso, es divertido seguirla:
Aquí, o
aquí por ejemplo.


Así estaban las cosas, cuando irrumpe este... Iba a decir manifiesto, pero me ha dado como vergüenza. Aparece
esto: Un
texto pro politización de la cultura. Tal cual. Viene a decir de una forma zafiamente paternalista, que el producto cultural está tan asimilado en los intereses comerciales que el público es incapaz de detectar lo realmente interesante. Lo firma una mayoría de gente que se considera "escritor". Muchos de ellos han estudiado filosofía y alguno ha escrito algún guión. Como se trata precisamente de cosas que me definen a mí, me veo con todo el derecho de reconocer el
escaso mérito cultural de tales dedicaciones profesionales. De hecho, aparecerían todos ellos en el primer epígrafe (junto a titiriteros y farándula) de este listado de (alguna) gente que he hecho para aclarar un poco las cosas. Sería algo así:
Los exaltados pro-politización de la cultura:
Nacho Vegas, cantautor
Juan Diego Botto, actor
Jorge Lago, editor y miembro de Podemos
Albert Pla, cantautor (No lo sé, me lo imagino. Igual él tampoco lo sabe)
Ismael Serrano, cantautor
Los antiLenore:
Iñigo López Palacios. Periodista de El País.

Juan Soto Ivars, lleva deseándolo toda su vida y por fin lo es: escritor. No es antiLenore como tal, pero sí muy crítico con el tamiz político de la cultura.
Jesús Llorente, propietario de una discográfica en números rojos (y excompañero de instituto de Lenore)
José Manuel Costa, crítico musical
Fernando Delgado, trabajador de la promotora de conciertos y espectáculos "Heart of Gold"
Oscar Broc, comunicador en todos los medios que existen a día de hoy (radio, prensa, tv, internet, whatsapp...).
Trabajadores de la prensa musical (Rockdelux y Go! principalmente) así, a bulto.
La franja moderada: (Los que dan cierta razón a Lenore, pero no arraigan con eso de politizarse desde la cultura)
David Saavedra, crítico musical (y añado yo que además excelente y fino como él solo)
Cesar Estabiel, asesor, colaborador cultural en varios medios y procaz consumidor.
Mauro Canut: Locutor de radio y sus labores comunicativas.
Fernando Porres, coleccionista de discos, libros, licenciaturas y altibajos emocionales. No sé bien en qué trabaja, pero es algo "serio".
Joan Vich, se dedica al management, y booking musical. Tiene un sellito discográfico y trabaja para el Fib.
Alejo Alberdi, músico, estudioso, comisario, mente poliédrica.
(
*nota: Guille Mostaza está esperando a que Jota Planetas se posicione, para decidir en qué grupo está)
¿No notan
algo raro en esta lista? ¿No les parece que falta "color"?
Sí amiguitos... Esto tiene un tono
gris heteruzo, porque todo esto es un debate pequeño, circunscrito a una realidad finita, caduca (y que tira a aburrido, la verdad).


Y aquí me refiero a unas cuantas generaciones, no solo a los chavales del listado: Se nota que estos otrora jóvenes del primer mundo, crecieron creyéndose que todo estaba a sus pies para domarlo y domesticarlo como se supone debe hacer
un hombre de éxito. Si yo hubiera nacido tío, también estaría debatiendo tan apasionantes temas, mostrando mi
colección de vinilos o charlando en una tasca
sobre cultura y política. Pero tengo un hermoso coño (hermosísimo, añado) gracias al cual he trabajado muchísimo más
el desarrollo del esfuerzo y
los mecanismos psicológicos de recompensa. Es decir, que estas cuestiones no tienen demasiado sentido para mujeres y maricones, excluidos de suyo de un sistema cultural que como dice Víctor Lenore "privilegia la tristeza". Unos y otras
hemos sufrido ya lo nuestro por la exclusión, así que entendemos la cultura de una forma totalmente diferente. Pero para ciertos muchachos, hoy adultos, la
victimización tiene un puntito cool, por exótica, por original. Porque pasarlo mal es algo interesante cuando la vida está hecha a medida.

La cultura, queridos todos,
no es un producto de consumo, aunque el debate que están formando algunos, gira en torno a su mercantilización. La cultura, y esto parece que a veces se olvida, está profundamente ligada a
la pulsión creativa. No es un negocio a conquistar. Tiene más que ver con
el arte y los sentimientos, por ejemplo que con
el coleccionismo o los impuestos.
(Y abro aquí uno de mis larguísimos paréntesis: Tal vez por eso,
la industria de la moda, siga tratándose como algo superficial, vacío o risible. Es una disciplina "de segunda" que el mundo
masculinizado (forma de evitar la palabra
patriarcado que chirría un poco) percibe como mero entretenimiento. Sin embargo la moda lleva años
moviendo más dinero que la industria discográfica -si se quiere valorar desde un punto de vista estrictamente comercial- y sobre todo, hay tanto
talento, genialidad y teoría como en cualquier otro arte "mayor" -si atendemos a criterios netamente estéticos-. La moda, está
capitaneada por mujeres y gays, y pese a tener trasfondos y colecciones tan trabajados como la narrativa contemporánea, tanto para las instituciones más academicistas como para estos rebeldes
autoconsiderados intelectuales de nuevo cuño, sigue siendo solo un liviano entretenimiento).
Si yo, terminada mi jornada laboral, me dedico a dibujar, o a escribir tercetos encadenados, no estoy pensando en
qué empresas participarán para que llegue a un público; no estoy pensando en
vender mi talento, ni en la
seña política que tendrá. Lo que estoy pensando es que los rayos de sol en invierno me hacen recordar el amor, y más concretamente, el desamor que viví hace dos años, o alguna cosa "inspiradora". A saber: Un atardecer en Talavera de la Reina, el indefinible color de pupilas de esa persona que no sabe que me fascina, vagos recuerdos ocres de la infancia, o también una situación política o de opresión determinada, claro...
Me parece muy bien que si alguien está dispuesto a pagar por mis óleos o tercetos, lo haga. Entiendo que se siente de algún modo
conectado con el mensaje artístico y no entro en disquisiciones éticas del
beneficio que quiera y pueda sacar de ello.
Pero no puedo exigir que
la mera artesanía tenga per se una remuneración (Llamémosle subvención, sueldo, gratificación o favor). Esto genera precisamente que quienes tengan
el poder favorezcan las representaciones culturales afines a su creencia política. El PP no subvencionará una exposición sobre el aborto consentido de la misma forma que Podemos no ayudaría a sacar adelante un musical sobre "Mein Kampf".
Y sí, hablo de artesanía, porque me
resulta muy soberbio decir de mi propia obra que
es arte. Si es arte, tal vez podría ser remunerado; pero
no me corresponde a mí como autor determinar si lo que hago es de calidad, novedoso y con carácter (osea, arte).
De la misma forma, aunque comulgo del todo con Victor Lenore cuando dice que deliberadamente se favorece determinado pensamiento apolítico y conformista, entro en un profundo -y pelín violento- desacuerdo con la intención de politizar la cultura. Si pretendemos que ésta vaya desligada de intereses pro-masificación, no es consecuente pedir su adhesión política. No seamos catetos, por favor. La cultura es otra cosa:
cultura
nombre femenino
1.
Conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo.
"en la comprensión de un texto pueden influir de forma decisiva la edad, la cultura, las vivencias personales u otros muchos factores"
2.
Conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etc.
"la cultura azteca; la cultura del Siglo de Oro; la cultura occidental cristiana; la cultura del ocio"
...Y la música, la pintura y hasta una novela de Pérez Reverte se utilizan para el mero deleite humano. Es decir para PASARLO BIEN. La primera premisa es la necesidad de un autor de extraer aquéllo que tiene dentro, sin más particulares. La transmisión del mensaje no se puede forzar artificialmente hacia un extremo político.
Cosas tan sencillas como salir a disfrutar con los amigos, en ciertos entornos se vuelve una actividad tensa, llena de competitividad y tiranteces. Sucede lo mismo que con Podemos: A los chicos
les gusta el discurso de Podemos, o
detestan a Pablo Iglesias. En el fondo entienden el mundo desde una única naturaleza mamífera de competitividad entre machos. (Ojito, que me
superencanta la naturaleza mamífera de los humanos ¿eh?)
A muchas nos pasa que terminamos la noche rodeadas de gays en un
ambiente meramente festivo, simplemente gozando y riendo.Y es maravilloso. Hace poco una amiga me recordaba cómo en un after en una casa terminaron segregados en una habitación hombres discutiendo de música y en la contigua mujeres poniendo canciones y bailando. Así, tal cual, es la cultura.
Me congratula sobremanera, comprobar que hay muchas voces cuestionando desde distintos ángulos los preceptos y aristas de la cultura en la política (Valga como ejemplo
este post) . Y confío que dando voz a todos, terminemos por crear un sistema horizontal, laico, apolítico y lógico de acceso y consumo cultural. ¿Podemos?
Pido a los chavales que no se me enfaden, que traten las cosas con humor y en su justa medida, y a todos que nos divirtamos mucho, que para eso estamos en este mundo.
Extraigan sus conclusiones, y no sé si pedirles que me las cuenten.... Bah, venga... sí.
Lo dice Diana Aller