Cierto día, recién estrenado mi seguro médico, tuve que dirigirme a urgencias ginecológicas. No había hecho nada raro... Simplemente, se me había quedado un tampax dentro de mi anatomía, algo que, dado lo acelerado de mi vida, no era la primera vez que ocurría. Confiada en lo sencillo del procedimiento, esperé paciente mi turno en la Clínica de la Milagrosa.
Me atendió un médico moreno y alto, con una voz radiofónica y unos modales exquisitos. Apurada, le expliqué el problema. Me pidió que me desnudara de cintura para abajo y me tumbara en la camilla con los pies en los estribos. Él adoptó una posición inmejorable con respecto a mi vagina, aunque, eso sí, yo estaba cubierta con esa absurda sabanita que te dan para que no te vean ¿una deficiente depilación de piernas?, muy pudorosa y tímida.
Me miró en silencio y me dijo "Esto es muy feo".
Y antes de que le partiera la cara, me comentó que tenía un quiste por ahí. Le dije que lo sabía y mi ginecóloga no le había dado importancia "Pues la tiene" dijo mientras me extraía el momificado tampax. "Esto hay que retirarlo; puede ir a más, infectarse..." y antes de que continuara con los pormenores le dije que perfecto, que me ponía literalmente en sus manos.
Miró su agenda y dijo "Tengo quirófano el día tal ¿Te va bien? Dije que sí y me emplazó en su consulta para hacerme pruebas preoperatorias.
Convencida de que la extirpación de mi quiste significaría un decisivo cambio de ginecólogo, acudí a su consulta, en una pija localidad cercana a Madrid. En la sala de espera siempre había embarazadas cuarentañeras, con joyas verdaderas y tinte de pelo opuesto al color de sus cejas.
Mi encuentro con el doctor fue agradablemente surrealista. Comenzó diciendo que me parecía a Bjork, continuó contándome que estaba separado de la madre de su hija y acabó por convencerme de que tenía que ponerme un "Mirena" aprovechando la operación. Básicamente, es un método anticonceptivo, que se coloca entre el útero y las paredes vaginales y "funciona" durante 5 años. Lo atractivo del producto, es que la menstruación se va retirando poco a poco, pero no la ovulación. Los ciclos continúan pero estériles y sin manchado. Y la fertilidad se recupera en el mismo momento en el que se retira el invento, sin cirugía ni operaciones...
Como gusto de experimentar con todo y soy bastante lanzada, me pareció buena idea probar. El doctor me advirtió que no mirara en internet más que la web de bayer (el fabricante del dispositivo) porque "la competencia se metía en los foros para difundir mentiras". Esto, lejos de amedrentarme, me animó más; y por supuesto lo primero que hice al llegar a casa fue leer las experiencias de usuarias, y no las de la web de bayer, que era promocionalmente horrible. Algunas decían que retenían líquidos, otras que se deprimían y las menos, que no habían aguantado más de tres meses. Algunas estaban encantadas, y me convencí de que yo sería una de ellas. Alparecer la líbido puede bajar con el uso del Mirena, pero no me importó lo más mínimo...


Cuando llegó mi ginecólogo, no se me ocurrió decirle otra cosa más que "Qué bien te queda esa camisa, estás guapísimo". Me dijo que todo había ido bien, que ya no tenía quiste y que el famoso "Mirena" estaba perfectamente alojado en mi interior.
Pasé una noche en el hospital y me fui recuperando poco a poco en los días sucesivos. Daba una imagen muy poco seria, sentada sobre un flotador de Mickey Mouse de mis hijos en el trabajo, pero nadie se atrevía a preguntar, así que perfecto. (Doy por hecho que mis compañeros pensaban que yo sufría de hemorroides).
Fui a la consulta de mi médico para que me revisara. Cuando pregunté por él en la recepción, las chicas que atendían se miraron con cara de interrogante. Una de ellas, seria casi borde, me dijo "El doctor Tal ha desaparecido"
-¿Cómo que ha desaparecido?
-"Pues que no sabemos nada de él desde hace unos días, no coge el móvil y no viene por aquí. Si quieres te puede atender otra doctora..."

El hombre que más horas (¡cuatro y media!) ha dedicado a mis genitales, y que me ha metido lo más raro del mundo vaginalmente... a lo mejor es un extraterrestre que me ha implantado un objeto de precisión nanométrica para estudiarme, a lo mejor es un loco o el Arcangel San Gabriel, que se aburría... Nunca lo sabré.
Y esta es la historia. Hoy no tengo ni la regla ni ginecólogo. Y, por cierto, soy fanísima de Carnívora.
Lo dice Diana Aller